Pocas veces se ha visto a un Bayern tan desorientado. Frágil en la salida de balón, sin una circulación fluida, sin un plan claro ni jugadores que marquen diferencias. Es el peor Bayern que se recuerda. Y el mejor Oporto. Dinámico, agresivo sin balón y con una verticalidad asombrosa. Una bonita sorpresa que amenaza la rutinaria supremacía de los grandes de Europa.
De momento, los de Lopetegui irán a Múnich con una importante ventaja que adquirieron con enorme premura. Lo hicieron presionando la salida de balón alemana. A los tres minutos ya encontraron argumentos para creer en esa premisa táctica. Jackson robó -en falta que no vio Velasco Carballo- a Xabi Alonso y le sacó el penalti a Neuer. El colegiado español, errático en el inicio de la jugada, se equivocó por partida doble al mostrar la amarilla al meta alemán.
Quaresma, ese prometedor futbolista que había gastado su carrera entre escándalos y ligas menores, abrió el marcador de penalti. Pocos minutos después, apareció, cloroformo en mano, para dormir a Dante en la salida de balón y plantarse ante Neuer para hacer el segundo. Dos errores graves reconfiguraban un escenario que ni el más atrevido hubiera imaginado.
El propio Oporto, incrédulo ante semejantes facilidades, decidió conceder otra oportunidad a los de Guardiola y, aunque solo fuera por respeto, decidió resguardarse para mantener la ventaja. Eso permitió a los alemanes cercar al conjunto luso frente a su portería. Aunque sólo fuera por inercia, el Bayern terminaría recortando distancias. Lo hizo con un gol de Thiago, la única mente clara en el mal día.
Destacado del partido:
La mala defensa del Bayern, los huevos que tuvo el Porto al plantarle cara a unos de los favoritos de esta Champions. Y la gran actuacion de Jackson Martínez.
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